jueves, 21 de octubre de 2010

Fragmento 4 (Cap. I)

Cap. I (continuación)

Lo único que quería en ese momento era escapar. Evadirse del mundo y dejarlo todo atrás. Necesitaba empezar de cero, pero no contaba con que pudiera hacerlo en esa maldita escuela.

Su abuela no la siguió. Por una parte la entendía perfectamente, pero era su obligación mandarla a esa escuela. Sabía que todavía podía esperar un año más, sin embargo eso sería muchísimo peor.

Mâryam por su parte sabía que acabaría yéndose a esa escuela. Solamente quería poder elegir por una vez.

Se sentó en medio de las ramas de trigo y se sacó el sombrero. Ahora ya nadie podría distinguirla a no ser que se acercara demasiado.

Cerró los ojos esuchando el sonido del viento. Estaba tan distraída que no las oyó hasta que fue demasiado tarde.

Eran tres. Físicamente cualquiera podría pensar que eran perfectas, en cuanto las conocías, empero, se volvían unas personas de lo más desagradables.

Sus nombres eran Lara, Mónica y Marta.

El trío de muchachas se acercó a Mâryam y le dieron una patada en la pierna.

- ¡Uy! Perdón. Fue sin querer. - Dijo la más alta.
-No mientas Lara, nadie se podría resistir a pegarle una buena patada a esta sabandija. - Habló Mónica mientra Marta asentía fuertemente.

La bruja se levantó de un salto. A pesar de ser bastante más baja se les encaró con valor y aunque todavía no controlaba sus poderes, presa de la furia hizo que las tres se cayeran de culo en un charco de barro que había algo más atrás.

-¡Bruja! Deberías morir y pudrirte en el infierno. Se lo diremos a nuestros padre y nos encargaremos de que te quemen en la hoguera como se hacía antiguamente con las de tu calaña. -Exclamaron antes de irse corriendo.

Mâryam suspiró. Estaba segura de que de esa no se libraba así que sólo le quedaba una solución. Resignada volvió a su casa. Allí su abuela la estaba esperando para ir al nacimiento del rio que pasaba por su pueblo.

El viaje aún les llevaría unas hora, así que si querían llegar a tiempo se tenían que ir ya.




Anÿa estaba deseando ir a Yncátus Annatar desde que era pequeña, pero ahora que se había acercado el momento tenía miedo. No era un temor infundado. Lo que a ella le asustaba era defraudar a su madre. En su familia era la única que podía heredar el poder directamente de ella, ya que tenía tres hermanos varones.

Sus cosas ya estaban guardadas en una bolsa de viaje. Estaba asegurandose de que no le faltaba nada cuando su hermano pequeño entró por la puerta.

-Mamá dice que bajes a comer.

La aludida asintió secamente con la cabeza. Su corazón se encotraba dividido. Por una parte estudiar en la Escuela de Brujas era algo con lo que soñaba desde siempre, pero por otro lado no quería dejar a su familia; a pesar de las peleas que tuviera con sus tres hermanos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Escribes muy bien.... Deberías dedicarte a esto profesionalmente, en serio.