domingo, 16 de enero de 2011

Fragmento 3 (Cap. II)

Capítulo II. (Continuación)
Esa noche las tres chicas durmieron algo intraquilas. Estaban nerviosas por lo que iba a ocurrir al día siguiente. Lo único que sabían era que tenían que levantarse al amanecer e ir al claro del bosque.

Lydya corria por el bosque de al lado de su casa. Sentía que tenía que llegar pronto al final del mismo, pero por mucho que se esforzara no lograba avanzar nada. Entonces lo oyó.
Era el grito más espeluznante que jamás había escuchado.
Intentó ir en la dirección de la que procedía el sonido, pero sus pies no le obedecieron. Al final con mucha concentración consiguió moverse.
Un pensamiento rondaba su mente mientras corría : " Es demasiado tarde"
Pero, ¿para qué?
Ella no lo sabía y a pesar de lo que pudiera significar, estaba dispuesta a averiguarlo.
Se detuvo en cuanto su instinto le dijo que había llegado.
Lydya miró a su alrededor, buscando algo que pudiera estar fuera de lo normal, pero sólo veía rocas y árboles. Sin embargo, sabía que fuera lo que fuera lo que la había atraído hasta allí, todavia se encontraba en el lugar.
Cerró los ojos y se intentó concentrar en el sonido del viento. Inmediatamente, este la condujo unos pasos hacia la derecha, en dirección a un montículo de arena y piedras, que en un principio le había pasado desapercibido.

Un miedo irracional inundó su cuerpo. Una parte de ella sabía lo que se iba a encontrar, pero aún así algo la obligaba a seguir adelante. Intentó cerrar los ojos, pero fue totalmente imposible. Tenía que verlo, una vez más.

Y allí estaba, el cuerpo de su hermana, sangrando. Tenía los ojos abiertos de par en par y en su boca estaban los últimos restos de un grito no pronunciado.

El hedor a troll inundaba el lugar. Con lágrimas en los ojos, Lydya miró hacia el cielo y gritó, proclamando venganza.
Sólo el silencio le respondió, y ella se desplomó derrotada. Lo último que alcanzó a ver antes de cerrar los ojos fue el fantasma de su hermana mirandola con ojos acusadores.

Luego cayó en la más absoluta oscuridad.

Cuando abrió los ojos descubrió que Anÿa y Mâryam se inclinaban sobre ella con cara de preocupación.

- ¿Qué... qué pasa? - Preguntó asustada.

- Estabas gritando... - Le contestó la primera de las dos chicas.

- Lo siento... Es que desde hace un tiempo tengo unas pesadillas horribles.

Las compañeras de habitación de Lydya querían saber que clase de sueños eran esos, pero sabían que era ella la que tenía que decidirse a contarlo y no la presionaron.

El sol comenzaba a salir por el horizonte, así que las tres jóvenes comenzaron a prepararse para su primer día de escuela.





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